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Carlos Álvarez y La Señora de La Gomera

JUAN IGNACIO MORA HERNANDEZ | 13 de octubre de 2012

Doña Beatriz de Bobadilla, condesa-viuda de La Gomera, es un personaje histórico que ha sido objeto de muchas controversias.

Doña Beatriz de Bobadilla, condesa-viuda de La Gomera, es un personaje histórico que ha sido objeto de muchas controversias. Hay dos aspectos de su personalidad en los que los historiadores difieren; uno es su extrema crueldad y el otro es su vida sexual de mantis religiosa, hasta el punto de que el historiador Alejandro Cioranescu negaba incluso que la condesa hubiera sido amante de Colón, y mucho menos del rey Fernando el Católico. Por otra parte, es extraño que un personaje de esta envergadura novelesca haya aparecido poco en la ficción, seguramente porque está muy acotado a Canarias y en estas islas la novela histórica no ha tenido mucho cultivo.

zlaseñora.JPGSí se acercó a ella el novelista argentino Abel Posse, que nos retrata a una condesa casi de novela fantástica, una especie de monstruo devorador que podría encarnar el pecado. Dice Posse en la novela Los perros del paraíso: "La mayoría de sus amantes, pescadores, marinos desorientados, jefes guanches capturados, monaguillos con precoz pasión pastoral, terminaban la noche despeñados al mar desde la ventana de la Torre..." O bien: "Decíase que, vulvidentada (con molares y dos poderosos incisivos que surgían de las puertas de su intimidad), solía devorar con horrible parsimonia el sexo de sus amantes..." Como vemos, hay una gran diferencia entre la dama piadosa que nos presenta Cioranescu y la demoníaca criatura que inventa Abel Posse, quien, además debe desconocer la ubicación de la Torre del Conde, puesto que es imposible que desde sus muros se pueda caer al mar.

Carlos Álvarez acaba de publicar la novela La Señora, cuyo personaje central es precisamente doña Beatriz de Bobadilla. Y ha hecho una novela, que es lo que se le pide a un novelista, aunque algunos quieran que una novela con personajes históricos sea una tesis doctoral. Y es curioso que un narrador como él, que en su narrativa anterior no se paró en barras y cruzó muchas veces la línea de la hipérbole, en esta novela se muestra cauto, comedido y muy realista, supongo que en aras de la verosimilitud de la historia que nos cuenta. La Beatriz de Bobadilla de Carlos Álvarez no es la virtuosa dama católica que sigue al pie de la letra la castidad y las normas humanitarias dadas por Isabel La Católica para el trato a los aborígenes conquistados, pero tampoco es la encarnación de un demonio devorador de hombres, con la espada y en la cama, sino una mujer apasionada que amada el poder y la seguridad, y por eso probablemente mantuvo amoríos con el rey (que encima dicen que era muy apuesto) y con Cristóbal Colón, además de otros lances (nunca exagerados), pero que en su viudez acaba casándose con Alonso Fernández de Lugo, primer Adelantado de Canarias. Ella quiere poder y futuro para sus hijos, y trata de conseguirlo como sea. Podríamos decir que La Señora es una mujer muy interesada en interesante, que se vale de su belleza para conseguir sus propósitos.

zss4[1].JPGEstá época de la historia de Canarias (finales del siglo XV) es muy curiosa, porque es el tiempo en que hay tres clases de islas: las de señorío, la conquistada Canaria (GC) que es de realengo, y las de Tenerife y La Palma aún en manos de los aborígenes. En ese mundo fronterizo en el que la mixtura de razas pone las bases de una población canaria (guanches, portugueses, castellanos, andaluces y otros) es donde surgen historias de una fuerza terrible, porque están de por medio el poder, la religión, la violencia, el racismo y los distintos estratos sociales que se van creando según quien sea el que tome una tierra en los repartimientos. Y ese mundo inicial de Canarias entrando en la historia europea coincide necesariamente con la liquidación de una forma de vida neolítica que los románticos retratan como el Jardín del Edén, aunque seguramente no fuera así. Es el mito del buen salvaje, al que tampoco hace concesiones el novelista.

El desarrollo de la peripecia transita por caminos realistas, con un esmerado tratamiento del diálogo, actualizando las expresiones sin que por ello pierda ese aire de siglo XV que respira toda la novela. Es un gran acierto este manejo del diálogo, que nunca es ornamental, sino que contiene información y se convierte así en una manera eficar de hacer avanzar el relato, añadiendo detalles que sería muy engorroso narrar y leer. Hacer novela histórica no es aplastar al lector en documentación (de eso Galdós sabía mucho), sino partir de hechos conocidos y crear ficciones alrededor de ellos, haciendo que figuras históricas reales hagan y digan cosas que nunca dijeron o hicieron en la realidad. Es creación y eso es lo que hace el novelista, de manera que La Señora es un magnífico ejemplo de que en Canarias hay material muy interesante para hacer buenas novelas históricas. Ya Carlos Álvarez se se había acercado a nuestra historia con su primera novela, La pluma del Arcángel, y por lo tanto es buen conocedor de aquellos primeros siglos en que Canarias pasó a formar parte de la corona castellana con distintos rangos (señorío y realengo).
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(No sé si hablar de la novela de Carlos Álvarez sobre la Condesa de La Gomera sea una manera de celebrar el 12 de Octubre, y tampoco sé si de esta forma se critica o se exalta aquello que unos tienen por comienzo de una gesta y otros de un genocidio).

 


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